Escolástica
Para otros usos
de este término, véase Escolástica (santa).
La escolástica (del latín scholasticus,
y éste a su vez del griego σχολαστικός [aquel que pertenece a la escuela]),
es el movimientoteológico y filosófico que
intentó utilizar la filosofía grecolatina clásica para comprender la revelación religiosa del cristianismo.
Dominó en las escuelas catedralicias y en los estudios generales que dieron
lugar a las universidades medievales europeas, en especial entre mediados del siglo XI y mediados
del XV.
Su formación fue, sin embargo,
heterogénea, ya que acogió en su seno corrientes filosóficas no sólo
grecolatinas, sino también árabes yjudáicas. Esto causó en este movimiento una
fundamental preocupación por consolidar y crear grandes sistemas sin
contradicción interna que asimilasen toda la tradición filosófica antigua. Por
otra parte, se ha señalado en la escolástica una excesiva dependencia delargumento de autoridad y el abandono de las ciencias y el empirismo.
La escolástica fue la corriente
teológico-filosófica dominante del pensamiento medieval, tras la patrística de
la Antigüedad tardía,
y se basó en la coordinación entre fe y razón, que en cualquier caso siempre suponía la
clara sumisión de la razón a la fe (Philosophia ancilla theologiae -la filosofía es esclava de la
teología-). Pero también es un método de
trabajo intelectual: todo pensamiento debía someterse alprincipio de autoridad (Magister dixit -lo dijo el Maestro-), y la enseñanza
se podía limitar en principio a la repetición o glosa de los textos antiguos, y
sobre todo de la Biblia, la principal fuente de conocimiento, pues representa
la Revelación divina;
a pesar de todo ello, la escolástica incentivó la especulación y el
razonamiento, pues suponía someterse a un rígido armazón lógico y una
estructura esquemática del discurso que debía exponerse a refutaciones y
preparar defensas.
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5 Notas
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Evolución [editar]
Ideológicamente la escolástica
evolucionó en tres fases, a partir de la inicial identificación entre razón y fe,
ya que para los religiosos el mismo Dios es la fuente de ambos tipos de
conocimiento y la verdad es uno
de sus principales atributos, de forma que Dios no podía contradecirse en estos
dos caminos a la verdad y, en última instancia, si había algún conflicto, la fe debía prevalecer siempre sobre larazón, así como la teología sobre
la filosofía.
De ahí se pasó a una segunda fase
en que existía la conciencia de que la razón y la fe tenían sólo una zona en
común.
Por último, ya a fines del siglo
XIII y comienzos del XIV, en una tercera fase, la separación y divorcio entre
razón y fe fueron mayores, así como entre filosofía y teología.
Cronológicamente pueden
distinguirse fundamentalmente tres épocas:
§ Desde el comienzo del IX al fin del
XII la escolástica está marcado por la polémica cuestión de los universales,
que opone a losrealistas encabezados
por Guillermo de Champeaux,
a los nominalistas representados
por Roscelino y a los conceptualistas (Pedro Abelardo).
§ Del siglo XII al fin del XIII tiene
lugar la entrada de Aristóteles primero
indirectamente a través de los filósofos judíos y árabes, especialmente Averroes, pero en seguida directamente traducido
del griego al latín por San Alberto Magno y
por Guillermo de Moerbeke,
secretario de Santo Tomás de Aquino.
§ La tercera abarca todo el siglo
XIV: Guillermo de Occam se decanta por los nominalistas y
funda una vía moderna que se opone alTomismo y
distingue la filosofía de la teología.
Alta escolástica [editar]
Se denomina "alta
escolástica" la que tuvo lugar durante los siglos XI y XV, periodo caracterizado por las grandes cruzadas, el resurgimiento de las ciudades y por
un centralismo del poder papal que desembocó en una lucha por las investiduras.
San Anselmo [editar]
La figura más descollante de esta
época fue san Anselmo de Cantérbury (1033-1109).
Considerado el primer escolástico, sus obrasMonologion y Proslogion tuvieron una gran repercusión,
centrada sobre todo en su debatido argumento ontológico para probar la existencia de Dios, hoy
conocido mayormente a través de la refutación de él hecha por Kant.
Pedro Abelardo (1079-1142)
renovará la lógica y la dialéctica y creará el método escolástico de la quaestio —un problema
dialecticum— con su obra Sic
et non.
En el siglo XII, la escuela de Chartres se renueva con las figuras de san Bernardo (muerto
en 1124), Thierry
de Chartres, Bernardo
Silvestre y Juan de Salisbury. Influidos por el neoplatonismo, el estoicismo y
la ciencia árabe y judía, su interés se centró fundamentalmente en el estudio
de la naturaleza y en el desarrollo de un humanismo que
entrará en conflicto con las tendencias místicas de la época representadas por Bernardo de Claraval (1091-1153).
Hugo de San Víctor,
sin embargo, llevará a cabo una conciliación entre misticismo y
escolasticismo, siendo además el primero que escribió una Summa teologica (Suma de Teología) en la Edad Media.
Dominicos y
franciscanos [editar]
El apogeo de la escolástica
coincide con el siglo XIII, en que se fundan las universidades y
surgen las órdenes mendicantes (dominicos yfranciscanos, mayormente), de donde procederán
la mayoría de los teólogos y filósofos de la época.
Los dominicos asimilaron la filosofía
de Aristóteles a
partir de las traducciones e interpretaciones árabes de Avicena y Averroes. Los franciscanos seguirán la línea
abierta por la patrística, y asimilarán el platonismo, que era mucho más armonizable con
los dogmas cristianos.
Entre los franciscanos destacan Alejandro de Hales,
san Buenaventura (1221-1274)
y Robert Grosseteste,
aunque este último perteneció también a la Escuela de Oxford, mucho más centrada en
investigaciones científicas y en el estudio de la naturaleza y una de cuyas
principales figuras fue Roger Bacon (1210-1292),
defensor de la ciencia experimental y de la matemática.
San Alberto
Magno [editar]
San Alberto Magno fue el primero en introducir y
articular con la fe los textos aristotélicos. Fue profesor de Santo Tomás de Aquino. Alberto nació alrededor del año 1206 en Lauingen (hoy, Alemania), cerca del Danubio; hizo sus estudios en Padua y en París.
Ingresó a la Orden
de Predicadores, en la que ejerció con éxito el profesorado en varios lugares.
Ordenado obispo de Ratisbona, puso todo su empeño en pacificar pueblos y
ciudades. Es autor de importantes obras de teología, como también de muchas
sobre ciencias naturales y sobre filosofía. Murió en Colonia el
año 1280.
Santo Tomás
de Aquino [editar]
Sin duda, el máximo representante
de la teología dominica y en general de la escolástica es santo Tomás de Aquino (1225-1274). En su magna obra Summa teologica aceptó el empirismo aristotélico y
su teoría hilemórfica y
la distinción entre dos clases de intelectos.1 De
la filosofía árabe, Avicena tomó
la distinción (ajena a los griegos) entre ser de esencia y
el ser.
Dios se hace comprensible únicamente a través de una doble analogía.2
Elaboró así una fusión
platónico-aristotélica, el tomismo, que con sus argumentos cosmológicos para
demostrar la existencia de Dios: las cinco vías ha
sido la base fundamental de la filosofía cristiana durante muchos siglos. La
demarcación entre filosofía y creencia religiosa llevada a cabo por Tomás de
Aquino iniciará el proceso de independencia de la razón a
partir del siglo siguiente y representará el fin de la filosofía medieval y el
comienzo de la filosofía moderna.
Juan Duns
Escoto [editar]
En el siglo siguiente los franciscanos empiezan
a cuestionar la escolástica y ésta entra en decadencia. Sus máximos
representantes sonJuan Duns Scoto (1266-1308) y Guillermo de Ockham (1290-1349).
Juan Duns Escoto, franciscano de
origen escocés, sustituye la idea de Dios por la idea
del ser en cuanto ente (ens) y se produce una ruptura entre la fe y la
razón para permitir la independencia de la filosofía y la ciencia de la
teología.
Guillermo
de Ockham [editar]
Pero será Guillermo de Ockham el que lleve más lejos este
desarrollo. Su famoso principio de economía, denominado "navaja de Ockham", postulaba que era
necesario eliminar todo aquello que no fuera evidente y dado en la intuición
sensible: "El número de entes no debe ser multiplicado sin
necesidad".
En el acto de conocer hemos de dar
prioridad a la experiencia empírica o "conocimiento intuitivo", que
es un conocimiento inmediato de la realidad (particular), ya que si todo lo que
existe es singular y concreto, no existen entidades abstractas (formas,
esencias) separadas de las cosas o inherentes a ellas. Los universales son
únicamente nombres (nomen) y existen sólo en el alma (in ánima).
Esta postura, conocida como nominalismo, se opone a la tradición
aristotélico-escolástica, que era fundamentalmente realista. Los conceptos
universales, para Ockham, no son más que procesos mentales mediante los cuales
el entendimiento aúna una multiplicidad de individuos semejantes mediante un
término. El nominalismo conduce a afirmar el primado de la voluntad sobre la
inteligencia. La voluntad de Dios no está limitada por nada (voluntarismo), ni siquiera las ideas divinas
pueden interferir la omnipotencia de Dios. El mundo es absolutamente
contingente y no ha de adecuarse a orden racional alguno. El único conocimiento
posible ha de basarse en la experiencia (intuición sensible). La teología no
es una ciencia, ya que sobrepasa los límites de la razón: la experiencia.
Después de Ockham, la filosofía se separará de la teología y la ciencia
comenzará su andadura autónoma. No se preocupa por lo que es el movimiento sino
por cómo funciona el mismo. Éste y otros autores son los precursores de Galileo
Galilei.
La escolástica jesuita [editar]
Todavía, sin embargo, dará el
escolasticismo una gran figura, pero ya en el siglo XVI, en la persona del
jesuita español Francisco Suárez(1548-1617).
En su obra más importante, las Disputas
metafísicas (1597), escrita
en latín, resume y moderniza toda la tradición escolástica anterior y sienta
las bases del iusnaturalismo o derecho natural de Hugo Grocio. Su obra, fecunda en inspiraciones
ulteriores, fue muy influyente a lo largo del siglo XVII y XVIII y todavía se
pueden encontrar ecos de ella en Hegel e incluso en Heidegger. Si bien continúa la tradición
aristotélica de la filosofía española, añade elementos del nominalismo.
Así, para Suárez la distinción
entre esencia y existencia es solamente una distinción de razón y de hecho cada
existencia tiene su propia esencia. Sólo Dios, en tanto que ser en sí, es capaz
de percibir la distinción en el ser en otro, es decir, las creaturas. El cógito de René Descartes surge
de la noción suareciana de sustancia espiritual creada, que razona por
intuición. También la mónada de
Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716)
proviene de esta noción. La distinción entre esencia y existencia como
distinción de razón (el concepto de sustancia de Baruch Spinoza) también tiene su origen en la
filosofía de Suárez, y el sujeto trascendental de Kant se inspira en la noción
de analogía de atribución manejada en esta tradición escolástica.
Neoescolástica [editar]
Artículo
principal: Neoescolástica
En el siglo XIX se
produce un resurgimiento de la escolástica denominado
"neoescolástica" y en el siglo XX surgirá
un "neotomismo", cuyas figuras más
representativas fueron Jacques Maritain y Étienne Gilson. Ambos contribuyeron a difundir
el tomismo en la cultura laica. Merecen destacarse también Désiré Joseph Mercier,
Desiderio Nys, A. Farges, Tomasso Zigliara, Fernand
van Steenberghen, Leo Elders, M. Grabmann, Armand
Maurer, Charles de Koninck, James
A. Weisheipl, Jean-Pierre
Torrell, Josef Pieper, Pierre
Mandonnet OP,A. D.
Sertillanges OP, Yves Congar OP, Marie-Dominique Chenu OP, Reginaldo
Garrigou-Lagrange OP, Odon Lottin OSB, Gallus
M. Manser OP, Cornelio Fabro, John F.
Wippel, etc.
El balance del tomismo en el siglo
XX es muy positivo. En este siglo merece destacarse la labor que han realizado
los dominicos españoles. Además de los ya citados destacan: Victorino
Rodríguez, Santiago Ramírez O.P., Guillermo
Fraile OP y Teófilo
Urdanoz OP (autores de
Historia de la Filosofía ,
BAC), Quintín Turiel y Aniceto
Fernández. En la actualidad continúan enseñando la filosofía de
Santo Tomás: José Todolí, Juan José Gallego, Jordán Gallego, Vicente Cudeiro,
Armando Bandera, Marcos F. Manzanedo, Mateo Febrer, Vicens Igual y Juan José
Llamedo. Uno de los filósofos más importantes de los dominicos es el español Abelardo
Lobato, rector de la
Facultad de Teología de Lugano (Suiza).
También el jesuita español Ramón
Orlandis Despuig, fundador de la Schola
Cordis Iesu (1925) e
inspirador de la revista Cristiandad(1944), quien formó a Jaime Bofill y a Francisco
Canals Vidal, con quienes se empezó a conocer la Escuela tomista de Barcelona.
Han sido muchos quienes han
contribuido al florecimiento del tomismo: Ángel González Álvarez, Leopoldo Eulogio
Palacios, Carlos
Cardona y su discípulo
Ramón García de Haro. Asimismo, Antonio Millán-Puelles, Osvaldo Lira, Leonardo Castellani, Julio Meinvielle, Francisco Canals, Juan
Vallet de Goytisolo, Jesús García López, Mariano Artigas Mayayo, Luis Clavell Martínez-Repiso, Ángel Luis González, Miguel Ayuso, Rafael
Alvira, Rafael Gambra Ciudad, Tomás
Melendo, Eudaldo Forment, Armando Segura, Luis Romera,
Alfonso García Marqués, Patricia Moya, y Javier Pérez Guerrero.
En Argentina sobresalen Tomás D.
Casares, Octavio
Nicolás Derisi, Alberto Caturelli, Juan
José Sanguineti, Juan Alfredo Casaubon, Ignacio Andereggen, Juan R.
Sepich (en su primera época), Guido Soaje Ramos, el jesuita Ismael
Quiles y el dominico
Domingo Basso, entre otros.
Inca Garcilaso de la Vega
Para el poeta
español del Siglo de Oro véase Garcilaso de la Vega.
Gómez Suárez de Figueroa, apodado Inca Garcilaso de la Vega , (Cuzco, Virreinato del Perú, 12 de abril 1539 - Córdoba, España, 23 de abril 1616)
fue un escritor e historiadorhispanoperuano. "Primer mestizo biológico
y espiritual de América", "Príncipe de los escritores
del nuevo mundo", son algunos de los apelativos con los cuales se
califica a este gran cronista mestizo peruano. Perteneció a la época de los cronistas
post Toledanos, durante el período colonial de la historia del Perú.
Un escritor peruano insigne de la
colonia, supo expresar la grandeza de su herencia nacional Inca en su obra
cumbre: Comentarios
Reales de los Incas, la cual llegó a ser ulteriormente vetada,
en el Virreinato del Perú y Buenos Aires, por la corona española al ser
considerada sediciosa y peligrosa para sus intereses[cita requerida],
debido al levantamiento de Túpac Amaru II (4
de noviembre de 1780).
Su nombre cristiano de bautismo fue
Gómez Suárez de Figueroa. En su exilio autoimpuesto en España lo cambió años
más tarde por el de Inca Garcilaso de la Vega.
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2 Obras
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Biografía [editar]
Era hijo del conquistador español capitán Sebastián
Garcilaso de la Vega, de la nobleza extremeña, y de la princesa inca Isabel
Chimpu Ocllo, nieta del Inca Túpac Yupanqui y
sobrina del Inca Huayna Cápac, emperador del "reino los
cuatro suyos" o Tahuantinsuyo(nombre del Imperio Incaico en su lengua nativa Quechua). Gracias a la privilegiada posición de
su padre, que perteneció a la facción de Francisco Pizarro hasta que se pasó al bando del virrey La Gasca, fue bautizado con los apellidos
ilustres del mayor de sus tíos paternos y de otros antepasados que pertenecieron
a la casa de Feria; estudió en el colegio de Indios Nobles del Cuzco,
el Inca Garcilaso de la Vega
recibió en Cuzco una esmerada educación al
lado de los hijos de Francisco y Gonzalo Pizarro, mestizos e
ilegítimos como él, pero durante sus primeros años estuvo en estrecho contacto
con su madre y con lo más selecto de la nobleza incaica, por ejemplo los hijos
del emperador Huayna Cápac: Paullu Inca y
Tito Auquí. Accedió pues a la instrucción de los amautas o sabios incas versados en la mitología y
cultura incas:
Estas y otras
semejantes pláticas tenían los Incas y Pallas en sus visitas, y con la memoria
del bien perdido siempre acababan su conversación en lágrimas y llanto,
diciendo: "Trocósenos el reinar en vasallaje, etc." En estas
pláticas, yo como muchacho, entraba y salía muchas veces donde ellos estaban y
me holgaba de las oír, como holgaban los tales de oír fábulas (Comentarios reales, I, 1,
15)
Sin embargo, su padre se vio
obligado a abandonar a la princesa inca a causa de la presión de la corona
porque los nobles españoles se casasen con damas nobles españolas, y así lo
hizo para matrimoniar con Luisa Martel de los Ríos; sin embargo, no lo hizo sin
conceder antes a su madre una cuantiosa dote, que le sirvió para casarse con
Juan del Pedroche, un soldado peninsular, de la que tendría el inca dos
mediohermanas, Luisa de Herrera y Ana Ruiz. Su adolescencia estuvo, sin
embargo, ensombrecida por las cruentas guerras civiles del Perú, y él y su
padre padecieron la persecución de los rebeldes Gonzalo Pizarro y Francisco de Carvajal.
Su padre le tuvo en gran estima, como demuestra el hecho del cariño que le
demostró su hijo en sus escritos y el hecho de que le legara en su testamento
(1559) tierras en la región de Paucartambo y cuatro mil pesos de oro y plata
ensayada para que el joven mestizo cursara estudios en España.
Y fue poco después de morir su
padre, a los veintiún años de edad, el 20 de enero de 1560, cuando Garcilaso
salió de Cuzco camino deEspaña, emprendiendo un viaje
que se mostró particularmente arriesgado desde Ciudad de los Reyes (Lima)
hasta Panamá y Cartagena de Indias,
para tomar la ruta de los galeones hasta la Habana y las Azores, donde un marinero portugués
le salvó la vida antes de llegar a Lisboa. Tras una breve estancia en Extremadura, donde visitó a unos familiares, se
estableció en el pueblo cordobés de Montilla donde
residía su tío Alonso de
Vargas. Luego, en 1561, fue a Madrid a
pretender algunas mercedes que se debían a su padre, y allí conoció al
conquistador Gonzalo Silvestre, quien le suministraría
numerosos datos para su obra La Florida. Desengañado
de las intrigas cortesanas (acusaron a su padre no menos que de favorecer al
rebelde Gonzalo Pizarro dejándole un caballo que le salvó la vida en una
batalla, y tal versión fue apoyada por los cronistas de indias oficiales) pensó
en volver a Perú en 1563, pero optó por seguir la carrera militar, como su padre. Abandonó el nombre de
Gómez de Figueroa y firmó ya para siempre con el de Garcilaso de la Vega , por el que será más
conocido. Como su padre, logró el grado de capitán, y tomó parte en la represión de los moriscos de Granada bajo el mando de don Juan de Austria y, más tarde, conoció las obras del filósofo neoplatónico León Hebreo, cuyos Diálogos de amor traducirá. Entre 1570 y 1571 se entera
de la muerte de su madre y de su amado tío Alonso de Vargas; este último le
adjudicó bienes en su testamento que hicieron que ya en el futuro no se tuviese
que preocupar de su sustento y aun disfrutase de cierta holgura. Poco después,
el fallecimiento de su tía política Luisa Ponce le hizo relacionarse
indirectamente con Luis de Góngora y en Montilla coincidió
con Miguel de Cervantes,
que recaudaba fondos para la corona. Y parece ser que Cervantes conocía las
obras del insigne mestizo: había leído la traducción por Garcilaso de los Diálogos de amor de León Hebreo. Los bienes heredados
de su tía acrecentaron aún más su bienestar económico y le posibilitaron
entregarse a la cultura. En 1590,
muy probablemente dolido por la poca consideración en que se le tenía en el ejército por
su condición de mestizo, dejó las armas y entró en religión. Frecuentó los círculos humanísticos de Sevilla, Montilla y Córdoba y se volcó en el estudio de la historia y
en la lectura de los poetas clásicos y renacentistas. Fruto de
esas lecturas fue la celebrada traducción delitaliano que
el Inca Garcilaso hizo de los Diálogos
de amor de León Hebreo, que
dio a conocer en Madrid el mismo
año de su retiro. Se trasladó a Córdoba en 1591, y se relacionó con algunos
doctores, como el jesuita Juan de Pineda, quien le instó a preparar un
comentario piadoso de las Lamentaciones
de Job. Buscó relaciones de soldados asistentes a la conquista de La Florida y encontró dos, la
de Alonso Carmona y la de Juan Coles, que le obligaron a retocar lo que ya
tenía escrito sobre Hernando de Soto. En 1605 publicó el resultado
en Lisboa con el título La Florida.
En 1612 Garcilaso compró la Capilla de las Ánimas en
la Catedral de Córdoba,
donde su hijo sería sacristán y donde quiere ser enterrado, y fallece cuatro
años después, entre el 22 y el 24 de abril de 1616 como fechas probables. En aquella
capilla sus albaceas grabaron esta lápida:
El Inca Garcilaso
de la Vega ,
varón insigne, digno de perpetua memoria. Ilustre en sangre. Perito en letras.
Valiente en armas. Hijo de Garcilaso de la Vega. De las Casas de los duques de Feria e
Infantado y de Elisabeth Palla, hermana de Huayna Capac, último emperador de
las Indias. Comentó La
Florida. Tradujo a León Hebreo y compuso los Comentarios
reales. Vivió en Córdoba con mucha religión. Murió ejemplar: dotó esta capilla.
Enterróse en ella. Vinculó sus bienes al sufragio de las ánimas del purgatorio.
Son patronos perpetuos los señores Deán y Cabildo de esta santa iglesia.
Falleció a 23 de abril de 1616.
El 25 de noviembre de 1978 el rey Juan Carlos I de España hizo entrega de una arqueta
conteniendo una parte de sus cenizas que reposan actualmente en la Catedral del Cusco.
Obras [editar]
Siguiendo las corrientes humanistas
europeas en boga en su tiempo, Garcilaso, el Inca, inició un ambicioso y
original proyectohistoriográfico centrado en el pasado americano, y en especial en el del Perú.
Considerado como el padre de las
letras del continente, en 1605 dio a conocer en Lisboa su Historia de la Florida y jornada que a
ella hizo el gobernador Hernando de Soto, título que quedó sintetizado en La Florida del Inca. La obra contiene
la crónica de
la expedición de aquel conquistador, de acuerdo con los relatos que recogió él
mismo durante años, y defiende la legitimidad de imponer en aquellosterritorios la soberanía española
para someterlos a la jurisdicción cristiana.
El título más célebre de Garcilaso
el Inca, sin embargo, fueron los Comentarios reales,
la primera parte de los cuales apareció en 1609,
también en Lisboa publicada
por Pedro Craasbeck. Escrito a partir de sus propios recuerdos de infancia y
juventud, escuchado directamente de sus parientes, de contactos epistolares y
visitas a personajes destacados del Virreinato del Perú,
el relato constituye, pese a los problemas de sus fuentes orales y escritas y a
las incongruencias de muchas fechas, uno de los intentos más logrados, tanto
conceptual como estilísticamente, de salvaguardar la memoria de las tradiciones
de la civilización andina.
Por esta razón es considerada su obra maestra y se la ha reconocido como el
punto de partida de la literatura latinoamericana.
La segunda parte fue publicada en
Córdoba, en 1617,
con el título "Historia general del Perú: trata el descubrimiento del,
y como lo ganaron los españoles, las guerras ciuiles que huuo entre Piçarros, y
Almagros, sobre la partija de la tierra, castigo y leuantamiento de tiranos, y
otros sucessos particulares. "
Sus obras reflejan lo siguiente:
1. Él recibió una educación formal
y Europea de primer nivel después de trasladarse a España a una edad no mayor
de los 21 años.
2. Su familia materna eran los
antiguos gobernantes Incas, y por ello, él describe a los Incas como monarcas
benévolos que gobernaban un país donde todos vivían bien alimentados y felices.
3. A manera de ejemplo, Garcilaso
no menciona los sacrificios humanos, una practica ancestral más antigua que el
imperio inca, pero que también se dieron en el tiempo de los Incas. No hay
manera de saber si su omisión de las cronicas fue intencional para favorecer la
imagen de sus ancestros Incas, o si fue mera ignorancia debido a que vivió la
mayor parte de su vida en España
“Mandaba el Inca que las tierras de los
vasallos
fuesen preferidas a las suyas, porque decían que
de la prosperidad de los súbditos redundaba el buen
servicio para el Rey, que estando pobres y
necesitados, mal podían servir en la guerra ni en la paz.”
Inca Garcilaso dela Vega
Comentarios Reales
(1609)
fuesen preferidas a las suyas, porque decían que
de la prosperidad de los súbditos redundaba el buen
servicio para el Rey, que estando pobres y
necesitados, mal podían servir en la guerra ni en la paz.”
Inca Garcilaso de
Comentarios
I. El proyecto nacional surge de la
historia
El libro de los orígenes del Perú contemporáneo es, sin duda, los Comentarios reales, del Inca Garcilaso. Es la primera versión moderna de la historia peruana desde el mestizaje. Para historiar el poderoso proceso de “mezcla de ambas naciones” nadie mejor que un hijo de noble cusqueña y de capitán español. La palabra ancestral adoptó la forma escrita, como un nuevo logos ordenador que surgió entre nosotros preocupado por explicar el pasado y urgido por transmitir su mensaje “a los tiempos venideros, que es cuando más sirven las historias”. Hubo aquí un esfuerzo por reconstruir el pasado, para que sirviera a la construcción del futuro: el Proyecto de Nación debía salir naturalmente de las entrañas dela Historia.
Es la Memoria de los orígenes y signa nuestro destino. Allí
están los cimientos con los que se configura la identidad, la primera piedra
del proyecto nacional. Los Comentarios, dice Porras Barrenechea, constituyen la
“síntesis original y airosa de este sorprendente connubio histórico. Con ellos
nace espiritualmente el Perú”. Su mensaje atravesó los tiempos y tuvo preclaros
destinatarios: el rebelde Tupac Amaru II hizo del libro “la biblia secreta de
la revolución”: se trata de la edición de 1723, que le regaló en Lima Miguel
Surco Montiel, en Diciembre de 1777. Esta fue primera insurrección armada en
América (1780), encabezada por el sector nacionalista de la nobleza inca, que
con la derrota de España no se proponía “restablecer el incanato”, sino erigir
una Nación soberana y unitaria. Francisco de Miranda, Simón Bolívar y su
maestro Simón Rodríguez se informaron en sus páginas sobre las grandezas del
Perú antiguo. Una de las primeras iniciativas de San Martín, fue promover la
publicación de los Comentarios reales. En Europa fue uno de los libros mas
traducidos e influyó notoriamente en la renovación del pensamiento político de
los siglos XVII y XVIII. Sus lectores se llamaban Campanella, Bacon, Morelly,
Montesquieu, Rousseau, Raynal, Voltaire, Diderot, Jefferson, entre muchos
otros.
En el Libro Quinto de los Comentarios se puede encontrar una instructiva información sobre cómo se repartían y labraban las tierras, sobre el pago de los tributos, las leyes y ordenanzas en favor de los súbditos, sobre las modalidades de participación social en la vida productiva. Era la práctica de la reciprocidad la que estructuraba el tejido social.
La viabilidad de la sociedad inca residía en la vigorosa y ordenada estructura cooperativa. El éxito que alcanzaron en la agricultura, la ganadería, la tecnología o la ingeniería civil, se debió a la organización social. La realización de grandes obras, como el tendido de carreteras, suscitó la admiración de los españoles. Pedro Cieza de León, el Príncipe de los Cronistas, testimonia:
Una de las cosas que yo más admiré, contemplando y notando las cosas de este reino, fue pensar cómo y de qué manera se pudieron hacer caminos tan grandes y soberbios como por él vemos y qué fuerzas de hombres bastaran a los hacer y con qué herramientas o instrumentos pudieron allanar los montes y quebrantar las peñas; para hacerlos tan anchos y buenos como están.
Las preguntas resultan de flagrante interés. Dejemos responder al propio cronista español:
Me parece que si el Emperador [de España, Carlos V] quisiese mandar hacer otro camino real, como el que va de Quito a Cuzco o sale del Cuzco para ir a Chile, ciertamente creo, con todo su poder para ello no fuese poderoso ni fuerzas de hombres le pudiesen hazer si no fuese con la orden tan grande que para ello los Incas mandaron que hobiese.
Estos caminos, conocidos como “Qhapac Ñan”, tenían “más de mil y cien leguas” (más de 5 mil km.) y atravesaban cumbres, quebradas, precipicios, ríos, selvas, glaciares, con lo que se convierten en únicos en el mundo. El cronista resuelve el enigma que explica esta proeza: “si no fuese con la orden tan grande que para ello los Inca mandaron que hobiese”. En esos mismos años Michel de Montaigne lo comparaba con “las grandes obras hechas por Grecia, Roma y Egipto”. Los puentes colgantes, la construcción de andenes en zonas abruptas, el sistema de regadío por cochas, la agricultura y el pastoreo a más de tres mil metros de altura, la acumulación de alimentos en los tambos, la construcción de enormes ciudades ciclópeas como Cusco o Machu Picchu, fueron posibles gracias a una esmerada participación social.
La intensa vida asociativa permitió a la sociedad inca cumplir con sus deberes más elementales: dar de comer a todos sus habitantes, vestir con decoro y sin ostentación, tener una economía tanto doméstica como de escala, autosuficiente y sin carestías. El Inca Garcilaso revela que en el incanato no había inflación: “todos universalmente sembraban lo que había menester para sustentar sus casas, y así no tenían necesidad de vender sus bastimientos ni de encarecerlos, ni saben que cosa es carestía”
Recuerda Garcilaso una verdad rotunda que ha atravesado los siglos: “en todo Perú hay gran falta de tierras de pan”. Un problema de estructuras no resuelto hasta hoy. Si las tierras son pocas y mal cultivadas, el hambre asediará el país, corroerá la nación. Y esto ha ocurrido en diferentes momentos de nuestra historia. Las características de la geografía, una dimensión permanente del Perú, fueron consideradas determinantes en la organización y planificación de la sociedad inca; eran plenamente consciente de una geografía vasta, múltiple y accidentada, de modo que idearon (“la necesidad […] aviva los entendimientos”, dice Garcilaso) formas originales para ampliar el espacio cultivado y arrancar frutos a las tierras agrestes. Tal es el caso de los andenes, los cultivos de camellones, las chacras hundidas, el regadío por cochas, etc. . Al construir diques, el estadista Pachacutek pedía que “ninguna gota de agua caiga al mar”, y se castigaba, “con el pago de la vida” si era necesario, la depredación de la fauna terrestre y marítima.
La única posibilidad de tener éxito en esta clase de territorios era recurriendo a la intervención organizada de la colectividad, para preparar el terreno, roturar y sembrar en espacios tan adversos. El dilema era cultivar o perecer. El trabajo era la única opción. Se puede decir que el trabajo esmerado era la verdad del Imperio inca. Vivir fuera de él era vivir en el error.
El libro de los orígenes del Perú contemporáneo es, sin duda, los Comentarios reales, del Inca Garcilaso. Es la primera versión moderna de la historia peruana desde el mestizaje. Para historiar el poderoso proceso de “mezcla de ambas naciones” nadie mejor que un hijo de noble cusqueña y de capitán español. La palabra ancestral adoptó la forma escrita, como un nuevo logos ordenador que surgió entre nosotros preocupado por explicar el pasado y urgido por transmitir su mensaje “a los tiempos venideros, que es cuando más sirven las historias”. Hubo aquí un esfuerzo por reconstruir el pasado, para que sirviera a la construcción del futuro: el Proyecto de Nación debía salir naturalmente de las entrañas de
En el Libro Quinto de los Comentarios se puede encontrar una instructiva información sobre cómo se repartían y labraban las tierras, sobre el pago de los tributos, las leyes y ordenanzas en favor de los súbditos, sobre las modalidades de participación social en la vida productiva. Era la práctica de la reciprocidad la que estructuraba el tejido social.
La viabilidad de la sociedad inca residía en la vigorosa y ordenada estructura cooperativa. El éxito que alcanzaron en la agricultura, la ganadería, la tecnología o la ingeniería civil, se debió a la organización social. La realización de grandes obras, como el tendido de carreteras, suscitó la admiración de los españoles. Pedro Cieza de León, el Príncipe de los Cronistas, testimonia:
Una de las cosas que yo más admiré, contemplando y notando las cosas de este reino, fue pensar cómo y de qué manera se pudieron hacer caminos tan grandes y soberbios como por él vemos y qué fuerzas de hombres bastaran a los hacer y con qué herramientas o instrumentos pudieron allanar los montes y quebrantar las peñas; para hacerlos tan anchos y buenos como están.
Las preguntas resultan de flagrante interés. Dejemos responder al propio cronista español:
Me parece que si el Emperador [de España, Carlos V] quisiese mandar hacer otro camino real, como el que va de Quito a Cuzco o sale del Cuzco para ir a Chile, ciertamente creo, con todo su poder para ello no fuese poderoso ni fuerzas de hombres le pudiesen hazer si no fuese con la orden tan grande que para ello los Incas mandaron que hobiese.
Estos caminos, conocidos como “Qhapac Ñan”, tenían “más de mil y cien leguas” (más de 5 mil km.) y atravesaban cumbres, quebradas, precipicios, ríos, selvas, glaciares, con lo que se convierten en únicos en el mundo. El cronista resuelve el enigma que explica esta proeza: “si no fuese con la orden tan grande que para ello los Inca mandaron que hobiese”. En esos mismos años Michel de Montaigne lo comparaba con “las grandes obras hechas por Grecia, Roma y Egipto”. Los puentes colgantes, la construcción de andenes en zonas abruptas, el sistema de regadío por cochas, la agricultura y el pastoreo a más de tres mil metros de altura, la acumulación de alimentos en los tambos, la construcción de enormes ciudades ciclópeas como Cusco o Machu Picchu, fueron posibles gracias a una esmerada participación social.
La intensa vida asociativa permitió a la sociedad inca cumplir con sus deberes más elementales: dar de comer a todos sus habitantes, vestir con decoro y sin ostentación, tener una economía tanto doméstica como de escala, autosuficiente y sin carestías. El Inca Garcilaso revela que en el incanato no había inflación: “todos universalmente sembraban lo que había menester para sustentar sus casas, y así no tenían necesidad de vender sus bastimientos ni de encarecerlos, ni saben que cosa es carestía”
Recuerda Garcilaso una verdad rotunda que ha atravesado los siglos: “en todo Perú hay gran falta de tierras de pan”. Un problema de estructuras no resuelto hasta hoy. Si las tierras son pocas y mal cultivadas, el hambre asediará el país, corroerá la nación. Y esto ha ocurrido en diferentes momentos de nuestra historia. Las características de la geografía, una dimensión permanente del Perú, fueron consideradas determinantes en la organización y planificación de la sociedad inca; eran plenamente consciente de una geografía vasta, múltiple y accidentada, de modo que idearon (“la necesidad […] aviva los entendimientos”, dice Garcilaso) formas originales para ampliar el espacio cultivado y arrancar frutos a las tierras agrestes. Tal es el caso de los andenes, los cultivos de camellones, las chacras hundidas, el regadío por cochas, etc. . Al construir diques, el estadista Pachacutek pedía que “ninguna gota de agua caiga al mar”, y se castigaba, “con el pago de la vida” si era necesario, la depredación de la fauna terrestre y marítima.
La única posibilidad de tener éxito en esta clase de territorios era recurriendo a la intervención organizada de la colectividad, para preparar el terreno, roturar y sembrar en espacios tan adversos. El dilema era cultivar o perecer. El trabajo era la única opción. Se puede decir que el trabajo esmerado era la verdad del Imperio inca. Vivir fuera de él era vivir en el error.
Junta de Valladolid
La Junta de Valladolid es la denominación habitual del
célebre debate que tuvo lugar en 1550 y 1551 en el Colegio de San
Gregorio de Valladolid, dentro de la llamada polémica de los naturales (indígenas americanos o indios),
y que enfrentó dos formas antagónicas de concebir la conquista de América,
interpretadas románticamente como la de los defensores y la de los enemigos de
los indios: la primera, representada por Bartolomé de las Casas,
considerado hoy pionero de la lucha por los derechos humanos; y la segunda, porJuan Ginés de
Sepúlveda, que defendía el derecho y la conveniencia del dominio de
los españoles sobre los indígenas, a quienes además concibe como naturalmente
inferiores. No hubo una resolución final.
No debe confundirse esta Junta con
la Conferencia de
Valladolid de 1527 sobre el erasmismo.
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Precedentes [editar]
También se la considera parte de la
más extensa polémica de los justos títulos del
dominio castellano sobre América, que se remonta a las Bulas Alejandrinas y los tratados con Portugal(tratado de Tordesillas)
de finales del siglo XV y los recelos con que fueron recibidos en las cortes
europeas. Se dice que Francisco I de Francia pidió retóricamente que le mostraran
la cláusula del testamento de Adán en que tales documentos se basaban y que
diera derecho a repartir el mundo entre castellanos y portugueses.
El hecho de que se considerara
necesaria una reflexión pública como la de esta Junta se ha considerado siempre
excepcional, en comparación con cualquier otro proceso histórico de formación
de un Imperio. No obstante, está en sintonía con la preocupación que laMonarquía Católica sintió siempre de mantener bajo un
control paternalista a
los naturales y que había producido y siguió
produciendo el gran corpus legislativo de las Leyes de Indias. El precedente en la generación
anterior a la Junta
de Valladolid fue la llamada Junta de Burgos de 1512, que había asentado
jurídicamente los derechos de los reyes a hacer la guerra a los indígenas que
se resistieran a la evangelización (para garantizarse lo cual había que leerles
un famoso Requerimiento)
y encontrar un equilibrio entre el predominio social de los colonizadores
españoles y la protección al indígena, que se quería conseguir con la encomienda. Resultado de todo ello fueron lasLeyes de Burgos (1512).
Trascendencia del debate [editar]
La discusión parte de bases
teológicas, pues la Teología
era considerada superior a cualquier otro saber (philosophia ancilla
teologiae). No discurría en torno a si los indígenas de América eran seres
humanos con alma o salvajes susceptibles de ser domesticados como animales. Eso
hubiera sido herético, y ya estaba resuelto por la bula papal Sublimis Deus (1537). Algunas veces se entiende esta
bula como respuesta a opiniones que pusieran en entredicho la humanidad de los naturales; pero el papa (Paulo III, incitado por dos dominicos españoles)
no pretendía definir la racionalidad del indígena, sino que suponiendo dicha
racionalidad en cuanto que los indios son hombres, declaraba su derecho a la libertad y
la propiedad, así como el derecho a abrazar el cristianismo, que debe serles predicado
pacíficamente.
El propósito declarado de la
discusión era ofrecer una base teológica y jurídica segura para decidir cómo
debía procederse en los descubrimientos, conquistas y población de las Indias.
Surgió de esta disputa el Derecho de gentes (ius gentium), principio del fin de la
justificación del dominio en las diferencias entre unos hombres y otros, idea
que se arrastraba desde Aristóteles.1
Participantes [editar]
Participaron en la Junta de 1550, además de los
dos clérigos citados, Domingo de Soto, Bartolomé de Carranza y Melchor Cano (que
para la segunda parte del debate tuvo que ser sustituido por Pedro de Lagasca, pues él partió al Concilio de Trento).
No es casualidad que todos ellos fueran dominicos: la Orden de Predicadores controlaba las universidades españolas
a través de las cátedras y los colegios. Varios en esa Junta (Soto y Cano) eran
discípulos de Francisco de Vitoria,
muerto cuatro años antes, en 1546. Vitoria encabezó lo que se ha venido
denominando la escuela de Salamanca (por desarrollarse en la Universidad de
Salamanca). Carranza enseñaba en el mismo Valladolid, y Sepúlveda,
que había estudiado en Alcalá de Henares y Bolonia y
se había destacado por su antierasmismo, no era docente
universitario, sino preceptor del propio príncipe (luego Felipe II).
Fue su oposición a las Leyes Nuevas de
Indias de 1542 (cuya revocación habían conseguido en los distintos virreinatos los encomenderos) lo que había provocado la vuelta a
España de Las Casas, que ocupaba el puesto de Obispo de Chiapas y no tenía
formación académica. Comenzó una polémica intelectual entre los dos: Sepúlveda
publicó su De justis belli
causis apud indios y Las
Casas replicó con sus Treinta
proposiciones muy jurídicas. La
Junta debía resolver el conflicto.
Sepúlveda aportaba un trabajo
titulado Demócrates alter,
en el que sostenía que los indios, como seres inferiores, debían quedar
sometidos a los españoles, y lo completó con más argumentación escrita en el
mismo sentido. La Apología de las Casas fue el texto clave en las
discusiones. Los trabajos se desarrollaron entre los meses de agosto y septiembre
de 1550. La Junta
quedó inconclusa y por ello volvió a convocarse el año siguiente. En la disputa
no hubo resolución final. Los dos exponentes se consideraron vencedores.
Enfrentamiento de posturas [editar]
El papel de Juan Ginés de Sepúlveda
era la defensa de la guerra justa contra los indios a causa de sus
pecados e idolatría (de no haberlos creído seres humanos, tampoco podrían
pecar, y malamente podrían los españoles tener el deber de evangelización).
También defendió su inferioridad, que obligaba a los españoles a tutelarlos.
Correspondía a Bartolomé de las Casas el esfuerzo de demostrar que los
americanos eran iguales a los europeos. La contribución de Domingo de Soto a esta postura fue fundamental.
En el mismo sentido que éstos
últimos, el espíritu intelectual que animaba el debate aun no estando
presentes, Francisco de Vitoria,
se había cuestionado si desde un principio era lícita la conquista americana.
Hombres
salvajes. Fachada delColegio de San
Gregorio, Valladolid. Los asistentes a la Junta pudieron tenerlo
presente en sus reflexiones sobre la naturaleza de los indígenas.
Tesis de
Ginés de Sepúlveda [editar]
Sepúlveda (Democrates secundus,
o de las justas causas de la guerra contra los indios) sigue argumentos
aristotélicos y humanistas (que
obtiene de Palacios Rubios y Poliziano). Propone cuatro "justos
títulos" que justifican la conquista:
§ El derecho
de tutela implica la
servidumbre o esclavitud natural
de los indígenas. Les conviene por su propio bien someterse a los españoles, ya
que son incapaces de gobernarse a sí mismos.
§ La necesidad de impedir, incluso
por la fuerza, el canibalismo y otras conductas antinaturales que practican los
indígenas.
§ La obligación de salvar a las
futuras víctimas inocentes que serían sacrificadas a los dioses falsos.
§ El mandato evangelizador que Cristo
dio a los apóstoles y el Papa al Rey Católico.
El conjunto de argumentos que
utiliza es complejo, lo desarrolló en varias obras más y pueden englobarse en
argumentos de razón y derecho natural y argumentos teológicos. 2
Respuesta
de Las Casas y tesis de Vitoria [editar]
Las Casas, que no le va a la zaga
en aristotelismo, demuestra la racionalidad de los
indígenas a través de su civilización: la arquitectura de los aztecas rebate la
comparación con las abejas que había hecho Sepúlveda. No encuentra en las
costumbres de los indígenas americanos una mayor crueldad que la que pudiera
encontrarse en las civilizaciones del Viejo Mundo o en el pasado de España:
"Menor
razón hay para que los defectos y costumbres incultas y no moderadas que en
estas nuestras indianas gentes halláremos nos maravillen y, por ellas, las
menospreciemos, pues no solamente muchas y aun todas las repúblicas fueron muy
más perversas, irracionales y en prabidad más estragadas, y en muchas virtudes
y bienes morales muy menos morigeradas y ordenadas. Pero nosotros mismos, en
nuestros antecesores, fuimos muy peores, así en la irracionalidad y confusa policía
como en vicios y costumbres brutales por toda la redondez desta nuestra
España"3
Sacrificio
azteca, Códice Mendoza. Argumentos
para ambas partes: costumbres antinaturales y arquitectura civilizada
Frente a los "justos
títulos" que defendía Sepúlveda, Francisco de Vitoria había expuesto una lista de
"títulos injustos" y otros "justos títulos":
§ Las bulas de donación papal y el Requerimiento que se lee a los indígenas para
justificar su sometimiento son títulos menos seguros que los que daría la
aplicación del derecho
de comunicación, que si es negado por los indígenas permite a los
españoles obtenerlo a la fuerza.
§ Niega el derecho
de ocupación por la
pura aplicación de la fuerza, pero defiende la libertad de transitar por los
mares, argumento muy polémico también defendido por Hugo Grocio, y que no conviene al monopolio
colonial del comercio con las Indias.
§ La evangelización no
es una obligación de los españoles, pero sí un derecho de los indígenas.4
Conclusión: Motivaciones [editar]
No conviene olvidar que, en la
práctica, ambas posiciones justificaban el dominio castellano. La junta de
Valladolid y el debate de los justos títulos no sólo responde a los escrúpulos
de conciencia de los Reyes, alertados por clérigos bienintencionados, sino a la
necesidad de justificación (fundamentalmente ante las demás monarquías
autoritarias de Europa
Occidental) de un hecho que de ninguna manera se va a alterar, que es la
colonización de América. Es cierto que después del debate hay un freno a las
conquistas, a las que empezará a rebautizarse eufemísticamente como "pacificaciones".
Llegan a darse incluso instrucciones para detenerlas, pero coincide con el
hecho de que ya se han conquistado las dos grandes civilizaciones precolombinas
(México y Perú), siendo las zonas selváticas y desérticas de poco interés para
la ampliación del Imperio. La época de los conquistadores ha terminado.
La humanización del trato a los
indígenas es un tema diferente, que también responde a dos motivaciones:
escrúpulos morales, pero también el interés de los propios reyes en mantener
vivos a sus súbditos y garantizar la continuidad de los ingresos americanos
frente a la codicia de los encomenderos. Ambas motivaciones, así como el
ambiente intelectual generado por la
Junta de Valladolid y la polémica, inspiraron nuevas Leyes de Indias a añadir a las anteriores. La sincera
preocupación de Bartolomé de las Casas por la suerte de los indígenas (que tan
crudamente describe en la Brevísima
Relación de la Destrucción
de las Indias) le llevó a una notable propuesta que permite entender su
concepción del indígena: Le parecía admisible una buena idea que salvo a muchos lugares de América
de la despoblación (sobre todo a las Antillas), la importación de esclavos negros, naturalmente más inclinados al trabajo que los
débiles indios. Un buen argumento aristotélico, sin duda, pero floja defensa de
los derechos humanos, del que más tarde (1559 ó
1560) se desdijo:
Antiguamente,
antes que hobiese ingenios, teníamos por opinión en esta isla [la Española ], que si al
negro no acaecía ahorcalle, nunca moría, porque nunca habíamos visto negro de
su enfermedad muerto... pero después que los metieron en los ingenios, por los
grandes trabajos que padecían y por los brebajes que de las mieles de cañas
hacen y beben, hallaron su muerte y pestilencia, y así muchos dellos cada día
mueren.
Recreación fílmica [editar]
Existe un telefilm francés que
recrea este episodio con el título de La Controverse de
Valladolid del año 1991,
dirigido por Jean-Daniel
Verhaeghe, con guión de Jean-Claude Carrière,
y que cuenta como actores con Jean-Louis Trintignant (Sepúlveda), Jean-Pierre
Marielle(Las Casas) y Jean Carmet (Legado del papa).
Referencias [editar]
1. ↑ *
"Si pasamos a la
América española, en el campo de la historia de las ideas
encontramos diferencias relevantes con cuanto hemos dicho hasta ahora. En
efecto, es intensa a finales de los primeros tiempos la actividad misionera con
acentos milenarios. Además, para todo el siglo XVI y las primeras décadas del
siglo XVII, se desarrolla un intenso debate político sobre la nueva tierra,
sobre los indígenas, los motivos que pueden justificar la conquista española.
Es un debate del cual participaron las mejores inteligencias españolas de la
época, teólogos, juristas, políticos. Nada similar podemos encontrar en otro
lugar. También por los motivos circunstanciales: ni los franceses ni los
ingleses ni los portugueses se encontraron con organismos políticos
desarrollados y organizados en Estados, como los reinos azteca e inca que
encontraron los españoles. En España, gracias también a la decisión tomada de
posiciones papales, se supera rápido el problema de la naturaleza del indio. Pablo III con la célebre
bula Sublimis Deus de 1537, declara a los indígenas hombres con todos los
efectos y capacidades de cristianos. Es cierto que esto no parece suficiente
porque quedaba en vigor el requerimiento y la bula Inter caetera promulgada por Alejandro VI en 1493, sobre la
cual Juan López de Palacios Rubios y Matías de Paz de 1512 fundaban
jurídicamente la ocupación de América. Lo que se quiere notar aquí es que
siempre en los treinta años del 1500 dos teólogos dominicanos de la celebérrima Universidad de
Salamanca, Francisco de Vitoria y Domingo de Soto, enfrentaron el problema de los
principados indígenas americanos. Colocados en el camino que conduce a la más
moderna teoría del Estado, construyeron un camino paralelo a aquel deMaquiavelo y de Jean Bodin, los dos, pero sobre todo el primero
con la fuerza de la novedad y gran vigor polémico, que era de los eclesiásticos
(por esto propia fuerza) corría lentamente la discusión de lo religioso a lo
político y declararon la legitimidad política de las regiones y de los
soberanos indígenas americanos. Ellos no eran ni paganos ni pecadores para
sacarles la soberanía india y la legitimidad de sus gobernantes, ya que la sociedad
y el poder están fundados sobre la naturaleza y no sobre la gracia, como decía Santo Tomás de Aquino (los dos son
dominicanos y Victoria introduce como libro de texto la Suma Teológica de
Santo Tomás en Salamanca). La legitimidad del poder no depende por lo tanto del
hecho que el gobernante sea o no cristiano, como habían sostenido primero
algunos herejes para los cuales era después un poder pagano legítimo y la
afirmación de nuestros dos españoles, si nunca lo han conocido, sólo podían
estar en las aberraciones demoníacas papistas. Pero hay más. Para demostrar la
racionalidad de los indios americanos, Francisco se Victoria recurre a lo
político. Demuestra que eran razonables y que podían tener una vida política,
fundándose en abundante noticias que llegaban de América a su convento de San
Esteban, afirma que había vida social y política y por lo tanto son racionales.
De esta manera va más allá de lo que afirmó Pablo III en su bula de 1537,
cuando era la racionalidad el reconocimiento de la naturaleza humana de los
indios. Para Victoria la existencia de una vida asociada, con leyes, con
comercio, instituciones, gobierno, es lo que cuenta. De un lado, por lo tanto,
Victoria y Soto reconocen la legitimidad de los príncipes americanos; por el
otro niegan la existencia de poderes universales: ni el Papa ni el emperador
son los señores del mundo. No hay entonces valor político alguno en la bula
Inter coetera con la que en 1493 el papa Alejandro VI había dividido el mundo
en meridional para los españoles y portugueses. Victoria y Soto deben
preguntarse después cuál es ó puede ser el motivo legítimo que permite estar a
España en América. Victoria dará una larga lista de motivos, muchos ilegítimos
y puestos premeditadamente, otros legítimos, por lo que la presencia española
en América queda a salvo, pero lo que aquí interesa es el reconocimiento a la
política americana y de los estados americanos. Las razones que en él aduce
para justificar la legitimidad de la presencia española en América son motivos
que también se dan en Europa, por ejemplo entre franceses y españoles. No es
casual, en efecto, que Carlos V permanezca
desconcertado de las dos relectiones de Indis que Victoria escribe al sacerdote
del convento de San Esteban, donde Victoria vivía, para prohibir los debates
posteriores a su argumentación. Sin peros (es significativo) saca su favor a Victoria
que años después quisiera enviar a Trento como teólogo imperial. Esta fue por
años y decenios la línea vigente. No faltó también en el mundo hispano
negadores radicales de la humanidad del indio o de su posibilidad de
civilización; mucho menos faltó quien explotó a los indios en su propio
interés. Pero el plan de debate de aquellas ideas que declaraba el derecho
hispánico a la sumisión de los indios por su naturaleza inferior, fueron voces
minoritarias y perdedoras. De este punto de vista me parece que se puede decir
que resulta en cambio cuanto insatisfactoria la posición de Bartolomé de Las
Casas, el dominicano defensor de los indios, que muchos trabajos han estado y
se han aprovechado de la polémica sobre la colonización española y católica. En
sus ideas, en sus posiciones intelectuales y políticas hay algo que grita y
contrasta con el mundo que está naciendo. Se enfrentaban sus ideas con las de
Victoria y Soto, paradojalmente, Las Casas aparece más cerca de Juan Ginés de
Sepúlveda, el célebre autor de grandes textos políticos y filosóficos donde se
sostenía, casi solo entre los teóricos políticos y contrario a la autoridad de
Carlos V, pero como buen aristotélico, la esclavitud natural de los indios
americanos. El gran amigo de los indios, Las Casas, y el gran enemigo de los
indios, Sepúlveda, tuvieron también un durísimo encuentro público en Valladolid
ante una comisión de estudiosos, teólogos, juristas, encargados de evaluar las
respectivas posiciones. No obstante, los dos adversarios pensaban del mismo
modo ambos de nuevo a esquemas políticos de tipo medieval, legados de la vieja
concepción de la teocracia pontificia, aquella que siguiendo la bula de
Alejandro VI constituía título legítimo de infundamento y de dominio
político."Extracto
del profesor Claudio Finzi de la
Universidad de Perugia, Italia).
2. ↑ José
Joaquín Ugarte (1994) El
doctor Ginés de Sepúlveda y los justos títulos de España para conquistar
América. Los planteamientos que el doctor Sepúlveda utilizó para argumentar
que la conquista española era justificada, los escribió en sus publicaciones Demócrates Alter (o Diálogo de las justas causas de la
guerra); la apología pro libro
de Justis Belli Causis (o
Defensa de las justas causas de la guerra); su defensa ante la junta de
Valladolid y dos cartas a Melchor Cano, donde afirma su doctrina tergiversada.
De estos escritos se desprenden sus respectivos argumentos, que el doctor
Sepúlveda explica, por un lado los que atentan contra la razón y el derecho
natural, como lo es la barbarie de los indios y el derecho a civilizarlos, por
medio de la sumisión, se menciona como “servidumbre natural”, sus continuos
pecados contra la ley natural que da derecho a corregirlo y evitar sus
barbaries, y por último la defensa de la víctimas que creaban los indígenas
producto de sus barbaries; y por otro lado los argumentos teológicos, que era
la autorización pontificia para combatir los pecados contra la ley natural y
eliminar las barreras que ponían los indios a la predicación del evangelio.
§ Argumentos de razón y derecho
natural: en este sentido Sepúlveda trata de explicar que el indio no es
intrínsecamente malo sino que lo que lo pervierte es su cultura, su entorno,
por ende dice que la barbarie que autoriza la conquista tiene una connotación
fundamentalmente moral. Sepúlveda nos dice
...Digo
que los bárbaros, se entiende como los que no viven conforme a la razón natural
y tienen costumbres malas públicamente entre ellos aprobadas....ora les venga
por falta de religión, donde los hombres se crían brutales, ora por malas
costumbres y falta de buena doctrina y castigo...
con esto trata de
decir que el fin de la conquista es la civilización y bien de los bárbaros, ya
que con leyes justas y conformes a la ley natural, hacía de la vida de los
indios una inserción a una vida mejor y más suave, agrega que si se rehusa al
imperio puede ser obligado por las armas, y esa guerra será justa en virtud del
derecho natural.
3. Dentro de la misma temática con
respecto a la servidumbre natural, Sepúlveda se basa en las sagradas escrituras
y dice
4. ...Porque escrito esta en el libro
de los proverbios “El que es necio servirá al sabio” tales son las gentes
bárbaras e inhumanas, ajenas a la vida civil y a las costumbres pacíficas, y
será siempre justo y conforme al derecho natural que tales gentes se sometan al
imperio de príncipe y naciones más cultas y humanas, para que merced a sus
virtudes y a la prudencia de sus leyes, depongan la barbarie y se reduzcan a
vida más humana y al culto de la virtud.
5. Sepúlveda describe aspectos de los
indígenas, los cuales califica de acciones bárbaras, entre ellos está el que no
posean ciencia y que sean iletrados, que no tengan leyes escritas, que sean
caníbales, cobardes y carezcan de propiedad privada entre otros. Pero todo esto
sin dejar de lado que son solo connotaciones morales, y que en sí, el indio puede
ser civilizado ya que la condición de bárbaro es, en el pensamiento de
Sepúlveda, un estado accidental superable y no una naturaleza humana distinta y
por ende la posición de servidumbre del indio no es en sí mismo un estado de
esclavitud sino un sometimiento político del cual puedan evolucionar
intelectual y moralmente si son gobernados por una nación civilizada. Así mismo
(dice el doctor Sepulveda) la barbarie, entendida como estado de atraso
cultural y moral que redunda en costumbres condenadas por la naturaleza y en
una ineptitud para gobernarse humanamente, autoriza a cualquier pueblo
civilizado que este en condiciones de seguir á los bárbaros en conformidad con
la ley natural, de sacarlos de su estado inhumano para someterlos a su dominio
político. Incluso por las armas, si no hay otro remedio. Esta conclusión en que
el hombre depende de su propia razón, que le permite autodirigirse y
autodisernir, pero si el hombre es carente del uso de la razón no es dueño de
sí y debe servir a quien sea capas de regirlo y por ende que si la finalidad de
la guerra es la civilización de los bárbaros, es entonces un bien para estos.
Sepúlveda justificó la dominación política pero rechazó la dominación civil, o
sea la esclavitud y la privación de sus bienes, con respecto a este tema
nuestro autor dice
6. No digo que a estos bárbaros se les
haya de despojar de sus posesiones y bienes, ni que se les haya de reducir a
servidumbre, sino que se debe someter al imperio de los cristianos...
7. Es importante destacar que
Sepúlveda defendía a la sujeción política, pero no su esclavitud pues la
creencia vulgar confunde ambas cosas, y lo hace partidario de la esclavitud.
8. Con respecto a los pecados contra
la ley natural, el doctor Sepúlveda, basándose en el hecho de que los indios
ofrecían sacrificios humanos en gran número a sus dioses falsos, y otros actos
de similar barbarie, dice:
9. ...y ha de entenderse que estas
naciones de los indios, quebrantan la ley natural, no porque en ellas se
cometan estos pecados, simplemente, sino porque en ellas tales pecados son
oficialmente aprobados....y no los castigase en sus leyes o en sus costumbres,
o no impusiese penas levísimas a los más graves y especialmente a aquellos que
la naturaleza detesta más, de esa nación se diría con toda justicia y propiedad,
que no observa la ley natural, y podrían con pleno derecho los cristianos, si
rehusaba someterse a su imperio, destruirlas por sus nefastos delitos y
barbarie e inhumanidad....
10. Con esto el doctor Sepúlveda trata
de proteger las víctimas de las barbaries humanas y señala:
11. A todos los hombres, les está
mandado por ley divina y natural, el defender a los inocentes de ser matados
cruelmente, con una muerte indigna, si pueden hacerlo sin gran incomodo suyo
12. y pone como hombres rectos y
salvaguardadores de las víctimas a los cristianos.
§ Argumentos teológicos: Con respecto
a la autorización pontificia para combatir los graves delitos contra la ley
natural, Sepúlveda dice que la potestad del Papa
Si bien se aplica
propiamente a aquellas cosas que pertenecen a la salvación del alma, y a los
bienes espirituales, sin embargo, no está excluida de las cosas temporales en
cuanto se ordenan a las espirituales
por ello el Papa puede obligar a
las naciones a que resguarden la ley natural.
Sepúlveda dice, además, que a nadie
se puede obligar a abrazar la fe católica
La razón de lo cual
es porque aquella violencia sería inútil, pues nadie, repugnándolo su voluntad,
que no es posible coaccionar, puede ser hecho creyente. De modo que debe usarse
la enseñanza y de las persecuciones
pero a pesar de ello los cristianos
pueden inducir por medios racionales a los bárbaros a civilizarse, ya que es su
obligación. Si el primer intento no resulta, Sepúlveda menciona:
Si no se puede
proveer de otro modo el asunto de la religión, es licito a los españoles,
ocupar sus tierras y provincias, y establecer nuevos señores y destituir a los
antiguos.
13. ↑ Jesús
Cuéllar Menezo, en El País, 29/08/2007; citando la Apologética Historia Sumaria.
15. ↑ Historia
de las Indias (3 tomos). México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1951,
citado en Bartolomé de las
Casas y la esclavitud africana, de Luis N. Rivera Pagán[1]. En este mismo artículo se dice:
Sobre
la libertad o esclavitud de negros africanos e indígenas americanos es
significativa una marcada diferencia en las declaraciones papales. En el siglo
quince diversas bulas y decretos papales - Dudum
cum ad nos (1436) y Rex Regum
(1443), de Eugenio IV, Divino
amore communiti (1452) y Romanus Pontifex, (1455), de
Nicolás V, Inter caetera (1456) de Calixto III y Aeterni Regis (1481) de Sixto IV -, letras
apostólicas de cruzada, algunas, de conquista evangelizadora otras, avalaron y
legitimaron la servidumbre forzada de los africanos negros llevada a cabo por
la corona portuguesa. Por el contrario, la bula Inter caetera(1493) de
Alejandro VI insiste en la conversión de los nativos americanos, suponiendo su
libertad, y la Sublimis Deus (1537) de Pablo III proclama esa
condición y amenaza con la excomunión a quien los esclavice. Como español y
hombre de iglesia, por consiguiente, Las Casas se sentía firmemente compelido a
protestar a viva voce contra la esclavitud indígena. La africana llegó a
cuestionarla en su Historia de las Indias, pero sólo soto voce y con cierta
discreción.
La razón de la
diferencia es, entre otras cosas, la asimilación de los africanos a la
condición de "moros" o "musulmanes" (con razón o sin ella),
y como tales sujetos a un mismo trato con éstos, que se consideran
"infieles".
Las
Casas... nunca negó la licitud de ciertos tipos de esclavitud. Aceptaba el
concepto tradicional de ius gentium que preconizaba la licitud de esclavizar
los cautivos en una guerra justa. Esta idea tiene orígenes bíblicos (Deuteronomio 20:14) y clásicos (Aristóteles, La política, libro 1, capítulos
3-8), modificada por la excepción de no someter a cristianos a la servidumbre
forzada. También, al menos inicialmente, no cuestionaba Las Casas el argumento,
esgrimido por la corona portuguesa y el papado, que los africanos eran moros y
sarracenos y, por ende, susceptibles de lícitamente someterse a servidumbre
forzosa. En su opinión, por el contrario, los indígenas del Nuevo Mundo eran
esclavizados inicuamente porque: a) las guerras de los españoles contra ellos
no eran justas; o b) eran adquiridos por otros medios ilícitos robos,
"rescates", tributos inhumanos) y, por tanto, su sometimiento a
servidumbre faltaba a la ética y al derecho. Esta es la tesis que defiende en Tratado sobre la materia de los
indios que se han hecho esclavos
Juana Inés de la Cruz
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de
Santillana (de Asuaje, según algunos), conocida como Sor Juana Inés de la Cruz , (San Miguel Nepantla, México, 12 de noviembre de 1651 (o 1648,
de acuerdo a algunas fuentes) – Ciudad de México,
México, 17 de abril de 1695)
fue una religiosa católica, poetay dramaturga novohispana. Por la importancia de su obra,
recibió los sobrenombres de El
Fénix de América y La décima Musa.
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2 Obras
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5 Notas
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Biografía [editar]
Hija ilegítima, su madre fue la
criolla Isabel Ramírez de Santillana y su padre Pedro Manuel de Asbaje y Vargas
Machuca, militar español de Vergara, en la provincia vasca de Guipúzcoa. Aprendió náhuatl con
sus vecinos.1 Asimismo,
aprendió a leer y escribir a los tres años al tomar las lecciones con su
hermana mayor a escondidas de su madre.2
Descubrió la biblioteca de su
abuelo y así se aficionó a los libros.3 Aprendió
todo cuanto era conocido en su época, es decir, leyó a los clásicos griegos y
romanos, y la teología del momento. El amor al saber de la niña Juana era tanto
que, deseosa de aprender, le propuso a su madre disfrazarse de hombre para
asistir a la universidad, según ella misma escribió.4
La mandaron a vivir con unos tíos
en la ciudad de México, quienes le hicieron entrar en la corte virreinal
novohispana.5 De
este tiempo hay muy pocos datos biográficos, aunque se sabe que fue dama de la
virreina, la marquesa
de Mancera. Durante esta época ya escribía poemas cortesanos y la
asombrosa inteligencia de la jovencita maravillaba a todos, al grado que el
virrey decidió reunir a cuarenta sabios para que la interrogaran, y a todos
contestó con inteligencia y conocimiento.6 De
esta manera terminó llamando la atención del padre Núñez de Miranda, confesor
de los virreyes, quien, al saber que la jovencita no deseaba casarse, le
propuso entrar en religión.7 Aprendiólatín en
veinte lecciones impartidas por Martín de Olivas y probablemente pagadas por
Núñez de Miranda.nota 1 8 Después
de un intento fallido con las Carmelitas, cuya regla era de una rigidez
extrema que la llevó a enfermarse, ingresó en la orden de las Jerónimas,
donde la disciplina era algo más relajada, y tenía una celda de dos pisos y
sirvientas.
Allí pasó la vida, escribiendo
versos sacros y profanos, villancicos para festividades religiosas (San Pedro,
Santa Catarina, Navidad...)autos sacramentales y dos comedias .
También sirvió como administradora del convento, con buen tino, y realizó
experimentos científicos.9
Su confesor, el jesuita Antonio
Núñez de Miranda, le reprochaba que se ocupara tanto de temas mundanos, lo que
junto con el frecuente contacto con las más altas personalidades de la época
debido a su gran fama intelectual, desencadenó las iras de éste, principalmente
después de que Sor Juana fuese elegida para realizar un Arco Triunfal en honor
a los recién llegados virreyes, quienes le dispensaron inmediatamente su favor.
Bajo la protección de la entonces virreina, marquesa de la Laguna , decidió rechazarlo
como confesor.10
Esta amistad con las virreinas
queda plasmada en poemas al uso de la época, esto ha llevado a que algunos
lectores del siglo XX pretendan encontrar en ellos "tendencias
homosexuales". A las dos que coincidieron temporalmente con ella les
escribió poemas bastante encendidos, y a una le dedicó un retrato y un anillo.
Fue precisamente la condesa de Paredes quien se llevó las obras de Sor Juana a
España y financió la edición de sus obras.11
Sor Juana se vio involucrada en una
disputa teológica, a raíz de una crítica privada que realizó de un sermón del
muy conocido predicador de treinta años atrás, el jesuita António Vieira, que fue publicada por el obispo
de Puebla Manuel Fernández de Santa Cruz; éste la prologó
bajo el seudónimo de Sor Filotea, recomendándole que dejara de dedicarse a las
"humanas letras" y se dedicase en cambio a las divinas, de las
cuales, según el obispo de Puebla, sacaría mayor provecho. Esto provocó la
reacción de la poetisa a través del escritoRespuesta
a Sor Filotea, donde hace una encendida defensa de su labor
intelectual y en la que reclamaba los derechos de la mujer a la educación.9
Hasta la fecha no se sabe por qué
dejó de escribir, los críticos católicos han visto en Sor Juana una mayor
dedicación a las cuestiones sobrenaturales y una entrega mística a Jesucristo,12 otros
han visto, en cambio, una conspiración misógina tramada en su contra, tras la
cual fue condenada a dejar de escribir y se le obligó a cumplir lo que las
autoridades eclesiásticas consideraban las tareas apropiadas de una monja.13 Hasta
la fecha no han existido datos concluyentes, pero sí se han avanzado en investigaciones
donde se ha descubierto la polémica que causó la "Carta Atenagórica".14
Lo cierto es que llamó a Núñez de
Miranda para que la asistiese otra vez y poco antes de su muerte fue obligada
por su confesor a deshacerse de su biblioteca y su colección de instrumentos
musicales y científicos, los cuales se vendieron para ayudar a los pobres.
Murió por una epidemia el 17 de abril de
1695.15
Obras [editar]
Entre sus obras se cuentan poemas
galantes, poemas de ocasión para regalos o cumpleaños de sus amigos, poemas de
vestíbulo sobre pies o consonancias sugeridos por otros, letras para cantarse
en diversas celebraciones, como los villancicos para ser cantados en las
iglesias, entre los cuales intercaló una forma lírica de su invención llamada
tocotín, el cual se caracteriza por tener pasajes en náhuatl. Entre estos
villancicos destacan también los "Cantares de negros".
Escribió por encargo de la corte de
Madrid tres autos sacramentales cuyas loas hablan sobre el
descubrimiento, la conquista y la evangelización de América; entre ellos
destaca el
Divino Narciso, nombrado así en alusión a los autos de Pedro Calderón de
la Barca. En este, Sor Juana presenta la caída y la redención del
género humano por medio del sacrificio de Jesucristo, que permanece en la
hostia para salvar a sus hijos una y otra vez mediante una alegoría mítica.
Narciso es Dios creador y Jesús salvador, la Naturaleza Humana
(reflejo de Narciso), representa a la humanidad y finalmente Eco simboliza al
demonio. Aquí Sor Juana retoma recursos del teatro de Pedro Calderón de la Barca y las usa para crear
pasajes líricos de gran hermosura.
Escribió dos comedias, Los
empeños de una casa, para una fiesta palaciega y que hasta la
fecha es quizá su obra más conocida, y Amor
es más laberinto, escrita junto con Juan de Guevara. Asimismo se le ha
atribuido la autoría de un posible final de la comedia de Salazar y
Torres La segunda Celestina,
basándose en un pasaje de Los
empeños de una casa; en la década de 1990 Guillermo Schmidhuber encontró una suelta que contenía un
final diferente al que se conocía, propuso que esas mil líneas eran de Sor
Juana. Algunos sorjuanistas han aceptado la coautoría de sor Juana, entre ellos Octavio Paz,16 Luis
Leal y Georgina Sabat-Rivers,17 en
tanto que otros, como Antonio Alatorre18 y
José Pascual Buxó, la han refutado.
Según ella, casi todo lo que había
escrito lo hacía por encargo y la única cosa que escribió por gusto propio es
un poema filosófico llamado Primero
sueño, llamado así como una manifestación de su admiración a Luis de Góngora y
Argote y sus Soledades. Se trata de varios cientos de versos,
con forma de silva,
a propósito del ansia de saber, el vuelo del pensamiento y su consecuente
trágica caída. Asimismo tiene pasajes líricos de gran descripción como el
inicial, que usa más de cien versos para narrar la caída de la noche y el sueño
de los seres, así como el gran colorido de la parte final, donde se escribe del
triunfo del Sol sobre la noche. Se trata quizá del último gran poema barroco.
Además de estas obras, Sor Juana
también escribió por encargo de la virreina de Paredes unos poemas que probaban
el ingenio de sus lectores, conocidos como enigmas, para un grupo de monjas
portuguesas aficionadas a la lectura y el conocimiento y grandes admiradoras de
la obra de Sor Juana, que intercambiaban cartas y formaban una sociedad a la
que dieron el nombre de Casa
del placer. Las copias manuscritas que hicieron estas monjas de la obra de
Sor Juana fueron redescubiertas recientemente por Antonio Alatorre en la Biblioteca de Lisboa. Sor Juana también escribió un tratado de música
llamado "El Caracol", que no ha sido hallado. Barroca hasta
la médula, Sor Juana era muy dada a hacer retruécanos, a verbalizar sustantivos
y a sustantivizar verbos, a acumular tres adjetivos sobre un mismo sustantivo y
repartirlos por toda la oración, y otras libertades gramáticas que estaban de
moda en su tiempo. Por ello, y porque también gustaba mucho de hacer.
Curiosidades [editar]
§ Sor Juana aparece en los billetes mexicanos de alta denominación. Es la única
artista que aparece en los billetes, aparte de Nezahualcóyotl, también poeta.
Inicialmente apareció en los billetes de cien pesos, que con la inflación terminaron
volviéndose monedas. Después del recorte de los tres ceros al peso, Sor Juana
salió de circulación brevemente, para reaparecer en los billetes de doscientos
pesos.
§ El poeta sardo José Zatrilla y Vico Dedoni y Manca escribió un poema dedicado a Sor Juana
con el título: Poema heroico
al merecido a/plauso del el único Oraculo de/las/Musas, glorioso assombro de
los Ingenios, y/Ce/lebre Phenix de la
Poesía , la
Esclarecida y Ve/ne/rable Señora, Sor Juana Ines de la Cruz Religiosa
Professa en el Monasterio de San Geronimo de la Imperial Ciudad de
México, Barcelona, 1696
§ La directora de cine argentina Maria Luisa Bemberg,
se basó en la historia de Sor Juana para rodar Yo,
la peor de todas
§ La compañía Iberia L.A.E., opera un Airbus 340 para
líneas de largo radio bautizado con su nombre.
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